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Mensajes : 31 Fecha de inscripción : 03/10/2011 Localización : Abadiño
| Tema: POEMAS DE ROSALIA DE CASTRO 14/11/11, 09:16 am | |
| HORA TRAS HORA, DÍA TRAS DÍA Hora tras hora, día tras día, Entre el cielo y la tierra que quedan Eternos vigías, Como torrente que se despeña Pasa la vida. Devolvedle a la flor su perfume Después de marchita; De las ondas que besan la playa Y que una tras otra besándola expiran Recoged los rumores, las quejas, Y en planchas de bronce grabad su armonía. Tiempos que fueron, llantos y risas, Negros tormentos, dulces mentiras, ¡Ay!, ¿en dónde su rastro dejaron, En dónde, alma mía? La canción que oyó en sueños el viejo A la luz de esa aurora primaveral, tu pecho vuelve a agitarse ansioso de glorias y de amor. ¡Loco...!, corre a esconderte en el asilo oscuro donde ya no penetra la viva luz del sol. Aquí tu sangre torna a circular activa, y tus pasiones tornan a rejuvenecer... huye hacia el antro en donde aguarda resignada por la infalible muerte la implacable vejez. Sonrisa en labio enjuto hiela y repele a un tiempo; flores sobre un cadáver causan al alma espanto; ni flores, ni sonrisas, ni sol de primavera busques cuando tu vida llegó triste a su ocaso.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] A las rubias envidias porque naciste con color moreno, y te parecen ellas blancos ángeles que han bajado del cielo. ¡Ah!, pues no olvides, niña, y ten por cosa cierta, que mucho más que un ángel siempre pudo un demonio en la tierra. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Alma que vas huyendo de ti misma, ¿qué buscas, insensata, en las demás? Si secó en ti la fuente del consuelo, secas todas las fuentes has de hallar. ¡Que hay en el cielo estrellas todavía, y hay en la tierra flores perfumadas! ¡Sí!... Mas no son ya aquellas que tú amaste y te amaron, desdichada. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Ansia que ardiente crece, vertiginoso vuelo tras de algo que nos llama con murmurar incierto, sorpresas celestiales, dichas que nos asombran; así cuando buscamos lo escondido, así comienzan del amor las horas. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Inaplacable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba, vigilia de la noche, torpe sueño del día es lo que queda del placer gustado, es el fruto podrido de la vida. Aún otra amarga gota en el mar sin orillas donde lo grande pasa de prisa y lo pequeño desaparece o se hunde, como piedra arrojada de las aguas profundas al estancado légamo. Vicio, pasión, o acaso enfermedad del alma, débil a caer vuelve siempre en la tentación. Y escribe como escriben las olas en la arena, el viento en la laguna y en la neblina el sol. Mas nunca nos asombra que trine o cante el ave, ni que eterna repita sus murmullos el agua; canta, pues, ¡oh poeta!, canta, que no eres menos que el ave y el arroyo que armonioso se arrastra. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Aunque mi cuerpo se hiela, me imagino que me quemo; y es que el hielo algunas veces hace la impresión del fuego. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Aunque no alcancen gloria, pensé escribiendo libro tan pequeño, son fáciles y breves mis canciones y acaso alcancen mi anhelado sueño. Pues bien puede guardarlas la memoria tal como, pese al tiempo y la distancia, y al fuego asolador de las pasiones, cortas, pero fervientes oraciones. Por eso son, aunque no alcancen gloria, tan fáciles y breves mis canciones. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Un recuerdo ¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!... ¡Cuál mi mejilla abrasa!... ¡Cómo el rudo penar que me envenena mi corazón traspasa! Cómo siento el pesar del alma mía al empuje violento del dulce y triste recordar de un día que pasó como el viento. Cuán presentes están en mi memoria un nombre y un suspiro... Página extraña de mi larga historia, de un bien con que deliro. Yo escuchaba tina voz llena de encanto, melodía sin nombre, que iba risueña a recoger mi llanto... ¡Era la voz de un hombre! Sombra fugaz que se acerco liviana vertiendo sus amores, y que posó sobre mi sien temprana mil cariñosas flores. Acarició mi frente que se hundía entre acerbos pesares; y lleno de dulzura y de armonía díjome sus cantares. Y ¡ay!, eran dulces cual sonora lira, que vibrando se siente en lejana enramada, adonde expira su gemido doliente. Yo percibí su divinal ternura penetrar en el alma, disipando la tétrica amargura que robara mi calma. Y la ardiente pasión sustituyendo a una fría memoria, sentí con fuerza el corazón latiendo por una nueva gloria. Dicha sin fin, que se acercó temprana con extraños placeres, como el bello fulgor de una mañana que sueñan las mujeres. Rosa que nace al saludar el día, y a la tarde se muere, retrato de un placer y una agonía que al corazón se adhiere. Imagen fiel de esa esperanza vana que en nada se convierte; que dice el hombre en su ilusión mañana, y mañana es la muerte. Y así pasó: Mi frente adormecida volvióse luego roja; y trocóse el albor de mi alegría, flor que, seca, se arroja Calló la voz de melodía tanta y la dicha durmió; y al nuevo resplandor que se levanta lo pasado murió. Hoy sólo el llanto a mis dolores queda, sueños de amor de corazón, dormid: ¡Dicha sin fin que a mi existir se niegan gloria y placer y venturanza huid!... Camino blanco, viejo camino, desigual, pedregoso y estrecho, donde el eco apacible resuena del arroyo que pasa bullendo, y en donde detiene su vuelo inconstante, o el paso ligero, de la fruta que brota en las zarzas buscando el sabroso y agreste alimento, el gorrión adusto, los niños hambrientos, las cabras monteses y el perro sin dueño... Blanca senda, camino olvidado, ¡bullicioso y alegre otro tiempo!, del que solo y a pie de la vida va andando su larga jornada, más bello y agradable a los ojos pareces cuanto más solitario y más yermo. Que al cruzar por la ruta espaciosa donde lucen sus trenes soberbios los dichosos del mundo, descalzo, sudoroso y de polvo cubierto, ¡qué extrañeza y profundo desvío infunde en las almas el pobre viajero! I
¡Con qué pura y serena transparencia brilla esta noche la luna! A imagen de la cándida inocencia, no tiene mancha ninguna. De su pálido rayo la luz pura como lluvia de oro cae sobre las largas cintas de verdura que la brisa lleva y trae. Y el mármol de las tumbas ilumina con melancólica lumbre, y las corrientes de agua cristalina que bajan de la alta cumbre. La lejana llanura, las praderas, el mar de espuma cubierto donde nacen las ondas plañideras, el blanco arenal desierto, la iglesia, el campanario, el viejo muro, la ría en su curso varia, todo lo ves desde tu cenit puro, casta virgen solitaria.
II
Todo lo ves, y todos los mortales, cuantos en el mundo habitan, en busca del alivio de sus males, tu blanca luz solicitan. Unos para consuelo de dolores, otros tras de ensueños de oro que con vagos y tibios resplandores vierte tu rayo incoloro. Y otros, en fin, para gustar contigo esas venturas robadas que huyen del sol, acusador testigo, pero no de tus miradas.
III
Y yo, celosa como me dio el cielo y mi destino inconstante, correr quisiera un misterioso velo sobre tu casto semblante. Y piensa mi exaltada fantasía que sólo yo te contemplo, y como que es hermosa en demasía te doy mi patria por templo. Pues digo con orgullo que en la esfera jamás brilló luz alguna que en su claro fulgor se pareciera a nuestra cándida luna. Mas ¡qué delirio y qué ilusión tan vana esta que llena mi mente! De altísimas regiones soberana nos miras indiferente. Y sigues en silencio tu camino siempre impasible y serena, dejándome sujeta a mi destino como el preso a su cadena. Y a alumbrar vas un suelo más dichoso que nuestro encantado suelo, aunque no más fecundo y más hermoso, pues no le hay bajo del cielo. No hizo Dios cual mi patria otra tan bella en luz, perfume y frescura, sólo que le dio en cambio mala estrella, dote de toda hermosura.
IV
Dígote, pues, adiós, tú, cuanto amada, indiferente y esquiva; ¿qué eres al fin, ¡oh, hermosa!, comparada al que es llama ardiente y viva? Adiós... adiós, y quiera la fortuna, descolorida doncella, que tierra tan feliz no halles ninguna como mi Galicia bella. Y que al tornar viajera sin reposo de nuevo a nuestras regiones, en donde un tiempo el celta vigoroso te envió sus oraciones, en vez de lutos como un tiempo, veas la abundancia en sus hogares, y que en ciudades, villas y en aldeas han vuelto los ausentes a sus lares.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Dos palomas Dos palomas yo vi que se encontraron cruzando los espacios y al resbalar sus alas se tocaron... Cual por magia tal vez, al roce leve las dos se estremecieron, y un dulce encanto, indefinible y breve, en sus almas sintieron. Y torciendo su marcha en un momento al contemplarse solas, se mecieron alegres en el viento como un cisne en las olas. Juntáronse y volaron unidas tiernamente, y un mundo nuevo a su placer buscaron y otro más puro ambiente. Y le hallaron al fin, y el nido hicieron en blanda cama de azucena y rosas, y en ella se adurmieron con las libres y blancas mariposas. Y al despertar sus picos se juntaron, y en la aurora luciente sus caricias de amor se retrataron como sombra riente. Y en nubes de oro y de zafir bogaban cual ondulante nave en la tranquila mar, y se arrullaban cual céfiro süave. Juntas las dos al declinar del día cansadas se posaban, y aun los besos el aura recogía que en sus picos jugaban. Y así viviendo inmarchitables flores sus días coronaron, y nunca los amargos sinsabores sus delicias turbaron. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¡Felices esas aves que volando libres en paz por el espacio corren de purísima atmósfera gozando! [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] En su cárcel de espinos y rosas cantan y juegan mis pobres niños, hermosos seres, desde la cuna por la desgracia ya perseguidos. En su cárcel se duermen soñando cuán bello es el mundo cruel que no vieron, cuán ancha la tierra, cuán hondos los mares, cuán grande el espacio, qué breve su huerto. Y le envidian las alas al pájaro que traspone las cumbres y valles, y le dicen: —¿Qué has visto allá lejos, golondrina que cruzas los aires? Y despiertan soñando, y dormidos soñando se quedan que ya son la nube flotante que pasa o ya son el ave ligera que vuela tan lejos, tan lejos del nido, cual ellos de su cárcel ir lejos quisieran. —¡Todos parten! —exclaman—. ¡Tan sólo, tan sólo nosotros nos quedamos siempre! ¿Por qué quedar, madre, por qué no llevarnos donde hay otro cielo, otro aire, otras gentes? Yo, en tanto, bañados mis ojos, les miro y guardo silencio, pensando: —En la tierra ¿adónde llevaros, mis pobres cautivos, que no hayan de ataros las mismas cadenas? Del hombre, enemigo del hombre, no puede libraros, mis ángeles, la egida materna. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Sed de amores tenía, y dejaste que la apagase en tu boca, ¡piadosa samaritana!, y te encontraste sin honra, ignorando que hay labios que secan y que manchan cuanto tocan. ¡Lo ignorabas!... y ahora lo sabes! Pero yo sé también, pecadora compasiva, porque a veces hay compasiones traidoras, que si el sediento volviese a implorar misericordia, su sed de nuevo apagaras, samaritana piadosa. No volverá, te lo juro; desde que una fuente enlodan con su pico esas aves de paso, se van a beber a otra. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Sedientas las arenas, en la playa sienten del sol los besos abrasados, y no lejos, las ondas, siempre frescas, ruedan pausadamente murmurando. Pobres arenas, de mi suerte imagen: no sé lo que me pasa al contemplaros, pues como yo sufrís, secas y mudas, el suplicio sin término de Tántalo. Pero ¿quién sabe...? Acaso luzca un día en que, salvando misteriosos límites, avance el mar y hasta vosotras llegue a apagar vuestra sed inextinguible. ¡Y quién sabe también si tras de tantos siglos de ansias y anhelos imposibles, saciará al fin su sed el alma ardiente donde beben su amor los serafines!
AUTORA: ROSALIA DE CASTRO
POESÍA EN GALLEGO DE ROSALÍA DE CASTRO [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Has de cantar, meniña gaitera; has de cantar, que me morro de pena. Canta, meniña, na beira da fonte; canta,daréiche boliños do pote. Canta, meniña, con brando compás, daréiche unha proia da pedra do lar. Papiñas con leite tamén che daréi; sopiñas con viño, torrexas con mel.
Patacas asadas con sal e vinagre, que saben a noces. ¡Que ricas que saben! ¡Que feira, rapaza, si cantas faremos...!
Festiña por fora, festiña por dentro.
Canta, si queres, rapaza do demo; canta, si queres; daréiche un mantelo.
Canta, si queres, na lengua que eu falo. Daréiche un mantelo. Daréiche un refaixo. Co son da gaitiña, co son da pandeira, che pido que cantes, rapaza morena. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] I Co son da gaitiña, co son do tambor, che pido que cantes, meniña, por Dios.
II Así mo pediron na beira do mar, ó pe das ondiñas que veñen e van. Así mo pediron na beira do rio que corre antre as herbas do campo frorido. Cantaban os grilos, os galos cantaban, o vento antre as foias runxindo pasaba. Campaban os prados, Manaban as fontes antre herbas e viñas, figueiras e robres. Tocaban as gaitas. Ó son das pandeiras bailaban os mozos cas mozas modestas. ¡Qué cofias tan brancas! ¡Qué panos con freco! ¡Qué dengues de grana! ¡Qué sintas! ¡Que adresos! ¡Qué ricos mandiles! ¡Qué verdes refaixos! ¡Qué feitos xustillos de cor colorado! Tan vivos color [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] CERRADO CAPULLO Cerrado capullo de pálidas tintas, modesta hermosura de frente graciosa, ¿por quién has perdido la paz de tu alma? ¿a quién regalaste la miel de tu boca? A quien te detesta quizás, y le causan enojo tus labios de cándido aroma, porque busca la rosa encendida que abre al sol de la tarde sus hojas.
AUTORA: ROSALIA DE CASTRO
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